Todo llega, todo pasa y todo cambia.

Las cosas cambian, el mundo es sinónimo de cambio y lo mejor que podemos hacer es aceptarlo cuanto antes.
El cambio es una circunstancia que cualquier persona a lo largo de su vida tiene que afrontar en numerosas ocasiones. Nos ponemos enfermos, lo dejamos con la novia, fallece un familiar cercano... O algo mucho más simple, se pone a llover el día que tenias decidido ir a la playa. Es innegable que el cambio se produce, se produce SIEMPRE y eso es algo positivo.
A lo largo de nuestras vidas tenemos que tener claro que vamos a caer enfermos, perder trabajos y envejecer. El cambio se va a producir así que prepárate.
Hay que distinguir entre aceptar el cambio y resignarse a el. ¿Donde está la diferencia? En la perspectiva, en como veamos el mundo y en como nos adaptemos a el.
Si después de que se produzca un cambio que altere nuestras vidas sigues anclado en el momento anterior a él es porque todavía no lo has aceptado. Si sigues dándole vueltas a lo que ya pasó, si sigues imaginando como serían las cosas ahora si el cambio no se produjese o buscas las causas de por qué pasó lo que pasó es porque sigues sin aceptarlo. ACEPTAR el cambio es asumir las nuevas circunstancias hasta las últimas consecuencias. Mirar al frente y aparcar el pasado. La felicidad tiene únicamente que ver con tu futuro.
Asume las pérdidas, ponte a andar cuando el mundo te frena, nadie se tiene que quedar anclado en el pasado.
Toda situación nueva requiere un sobreesfuerzo, muchas incluso valentía. Nadie necesita valor para mirar a través de una ventara, el valor se necesita para salir ahí fuera y ser lo que somos. Lo mejor que puedes hacer ante el cambio es actuar como si no tuvieras miedo, sabemos que lo tienes, pero ahora toca fingir que no.

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