Farda de que no te pudo tumbar y si lo hizo, de que te supiste levantar.

Era yo un criajo de unos 5 años. Por aquel entonces era travieso, el gamberro de clase (pero de eso por suerte me retiré a tiempo) y algo desobediente. Me gustaba mucho jugar a la pelota, antes era ver un poco de espacio y un portalón que se asemejara a una portería y podías pasarte horas y horas dándole pataditas al balón... Bajé a jugar como cada tarde al parque próximo a mi casa con mis amigos. En una desafortunada acción, cuando me disponía a golpear la pelota, salí disparado por los aires y acabé aterrizando sobre el cemento. Al principio mis padres no le dieron importancia, pero tuve que acabar yendo a urgencias a que me pusieran unos puntos en la espinilla, maldita suerte la mía!


Cuando ya estaba más calmado y se me había pasado el susto, cogí y me puse a enseñarle todas las cicatrices que tenía todo orgulloso a los médicos que tan amablemente me habían atendido, y a contarle la historia de cada una. ¿Que curioso no? Cuando una gran parte de la gente se tapa sus cicatrices y marcas con maquillaje, tatuajes y demás porque no les gustan, a un niño, la cosa mas inocente que hay, le gusta fardar de ellas.

Y ahora pienso yo, ¿Cuantas veces nos pasa esto en nuestra vida? Que por miedo y desconfianza tratamos de esconder esas heridas que llevamos junto a nosotros aunque ya hayan cicatrizado, y usamos las mas estúpidas de las estrategias para que nadie sepa de ellas, cuando realmente forman parte de nosotros...

Así que, a partir de hoy voy a ser un poco mas niño, y voy a volver a fardar de todas ellas delante del mundo. Si, la verdad es que a partir de hoy, pienso volver a ser un poquito mas ''yo''.

2 comentarios: