EL GENIO DE MOAÑA.

Recuerdo un 7 de Junio, ese día pisabas Balaídos por primera vez con la camiseta del Celta, el equipo de tus amores. Estábamos en Segunda División y a falta de 3 jornadas perder significaba entrar en descenso y eso sería la desaparición de la entidad, nos jugábamos la vida literalmente contra el Alavés. Eusebio, que por aquel entonces era el entrenador, te hizo saltar al campo bajo el asombro de muchos, ¿como cargar la responsabilidad del equipo a un debutante?  Poco duró esa pregunta, en apenas unos minutos disipaste las dudas, marcaste un gol en el minuto 80 a pase de Abalo y en el descuento con el 2-2, nos diste el gol de la victoria, nos llenaste de vida. Conseguiste hacer vibrar a la afición, hacía tiempo que en Balaídos no se veían lágrimas de alegría y un tal Iago Aspas lo había vuelto a lograr. Nunca un jugador me había emocionado de aquella manera! Desde ese día te convertiste en el Ángel de la Guarda del celtismo.
Pero eso era solo el comienzo, en Segunda te llenaste de responsabilidad en los momentos decisivos e hiciste volar al equipo a Primera con goles, jugadas y asistencias. Los seguidores del Celta salíamos del campo con una sonrisa de oreja a oreja y tu eras el culpable, ilusionaste de nuevo a una ciudad que tan necesitada estaba de alegrías. Desde los tiempos de Mostovoi, no recuerdo a ningún jugador tan carismático y que calase tanto entre los aficionados, y seguro que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a haber otro. Cada vez que encaras a un rival, se oye un run run en Balaídos conscientes de que vas a inventar algo.
Llegaste a Primera y seguiste liderando al equipo.Seguías creciendo, llegando a ser una de las sensaciones de la mejor liga del mundo, tu nombre se está en boca de todos, hasta en la del mismísimo seleccionador nacional, casi nada! Eres de los que nacen tocados por una varita y pueden desnivelar la balanza a favor de su equipo en cualquier momento. Contra el Espanyol lo volviste a hacer cuando muy pocos tenían fe en el equipo, vaya manera de encarar a Colotto!
Sientes el escudo como nadie, demuestras tu amor por los colores cada minuto que tienes puestas las botas y te vacías en el campo hasta las últimas consecuencias (para lo bueno y para lo malo) sin dejar que te pisoteen. Juegas con la cabeza y con el corazón.
Esta tempcreorada pones el punto y final a tu etapa en el Celta para seguir creciendo y para buscar nuevos retos, marchas con tu magia a otro lugar dejándonos huérfanos. Te vas, si, pero siempre quedarás en el santoral, en ese lugar donde se recuerda solo a los más grandes, a los elegidos, a los privilegiados. El Celtismo te debe mucho y te va a estar eternamente agradecido. Suerte y hasta siempre, genio.

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